martes, 15 de noviembre de 2016

Que no quede ninguno, ninguno de feo

Al funeral de Iván Tubau en Les Corts, donde se ha escuchado jazz, chanson y poesía, ha asistido Antonio Robles, que en el corrillo anterior a la ceremonia ha pronunciado una frase tan certera como luminosa (impropia, ay, de las acostumbrada letanías de los entierros): "Iván nunca fue viejo; pasó de la juventud a la madurez y de la madurez a la muerte. Pero viejo, lo que se dice viejo, nunca fue". También estaba Luis del Olmo, que nos ha confirmado a Arcadi y a mí, con el característico orgullo del que no ha pasado por el mundo en vano, que, en efecto, Iván obtuvo el número 1 en la célebre oposición de locutores a RTVE, a la que se presentaron 498 aspirantes, Tubau y él mismo. Arcadi, siempre Arcadi, es el único de los 15 firmantes del primer manifiesto de Ciudadanos que ha velado, presencialmente, la memoria de Iván. Y estaba Àlex Sàlmon, el último de los editores de prensa que tuvo a bien tener a Tubau en su periódico: "En los últimos tiempos, cuando le reclamábamos por teléfono el artículo, solía aducir que no le funcionaba el ordenador, o que tenía problemas con internet; luego supimos que la supuesta avería del ordenador, que los supuestos problemas con internet, eran un subterfugio para encubrir su alzhéimer. Una coquetería". Estaba Llàtzer Moix, ex alumno, como yo, de Iván, y cuya necrológica, hoy, en La Vanguardia, no habrá sido muy del agrado de los Barbeta, Juliana o Pagán. Y Sergio Vila-Sanjuán, que ha iniciado una jugosa conversación respecto a la naturaleza outsider, libérrima, de Iván, y que ha derivado en lo mucho que Iván y Lorenzo Gomis se apreciaron mutuamente: poetas a contrafibra de su tiempo que, como bien ha puntualizado Arcadi, jamás hicieron alarde de ello; hasta ahí les alcanzó la elegancia. Y estaba Daniel Tercero, que se representaba a sí mismo y a la asociación de periodistas Pi i Margall. Y la escritora Roser Amills, a quien, según leo, le gusta más el sexo que las sombras de grey. Y estaba, comprimido en mi iPhone, Xavier Pericay: "Ojalá pudiera venir, José María, pero tengo pleno en Palma y no puedo ausentarme. Me acordaba hoy de que a Iván le llamábamos el abuelo; igual quien le llamaba así era yo. Pero de todos los que formábamos el grupo fundador, él era el mayor. Y era tierno y colérico a un tiempo, como algunos abuelos. En realidad, para mí siempre fue un hermano entrañable".

De Ciudadanos no había nadie salvo Jordi Cañas. Y uno ya no sabe qué pensar cuando es el defenestrado el más digno dirigente de la formación.



Libertad Digital, 15 de noviembre de 2016

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