viernes, 6 de febrero de 2015

Director's cut

El Estado Islámico ha terciado en el dilema que agarrotaba al periodismo respecto a la difusión del asesinato de Muaz al Kasasbeh. No sólo ha exhibido el vídeo, sino que, a tal efecto, ha dispuesto una pantalla gigante en plena calle y ha prescrito la asistencia del público infantil. El abrasamiento del piloto, en efecto, convertido en cine familiar; como si el Mal, por abisal que resulte, siempre fuera susceptible de otra vuelta de tuerca. Dado el alarde de postproducción, a nadie extrañe que el próximo crimen se proyecte en 3D, pues una de las peculiaridades del EI es precisamente su querencia por los usos occidentales, desde el mono guantanamero a la cámara lenta. En este sentido, y volviendo a los medios, sorprende que éstos no hagan uso de la prerrogativa por la que son igualmente despreciados, cual es la manipulación, y donde digo prerrogativa, claro está, quiero decir obligación. Por qué, en suma, se respeta con pulcritud filmotecaria el director's cut de los terroristas en lugar de encargar un montaje que desprovea la vileza de ínfulas. Hoy lo apuntaba Espada con su habitual agudeza (no en vano, estamos ante un asunto de su jurisdicción) y no está de más recordarlo: "¿Un Auschwitz con trenecillos que llegan y las lomas de cadáveres fuera del encuadre?". Por traducirlo al necio: ante un terrorista que pretende dárselas de Leni Riefenstahl, ¿cabe velar su condición de criminal y mostrar (únicamente) su perfil artístico?

Lo que apenas ha suscitado controversia es la proposición de ley orgánica registrada esta semana en el Congreso, y que, de aplicarse en un sentido restrictivo, impediría la divulgación en los periódicos de vídeos como el de la quema de Al Kasasbeh. Eso parece deducirse de los artículos 578 y 579, que castigan "el enaltecimiento o justificación públicos del terrorismo, los actos de descrédito, menosprecio o humillación de las víctimas así como la difusión de mensajes o consignas para incitar a otros a la comisión de delitos de terrorismo". El texto tiene "en especial consideración" el supuesto de que "estas conductas" se difundan "a través de medios de comunicación".

Si se aprobara la ley en los términos en que está redactada, además de renunciar a manipular los hechos (entiéndanme, en la forma como el químico manipula una molécula o el charcutero la mortadela), la prensa renunciaría, sin alzar una ceja, a otra de sus grandes potestades: la de autorregularse.


Libertad Digital, 5 de febrero de 2015

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