martes, 19 de febrero de 2013

Contracubierta para 'Memorias líquidas'

El periodista Enric González (Barcelona, 1959) ha ido decantando su anecdotario del oficio en unos librillos que tienen algo de guía urbana, algo de ensayo contracultural y algo de making-of del género de reportajes. 'Historias', los fue titulando el autor, cuya renuencia a la hinchazón retórica es casi tan legendaria como su vagancia. En la obra que ahora ve la luz, Memorias líquidas, González desmenuza lo que bien pudiera ser un curriculum vitae, entendido en su acepción literal, esto es, la de carrera de la vida. La suya, según anheló de adolescente, había de llevarle a ejercer de veterinario, pero algo se torció (¡o se enderezó!) y acabó escribiendo periódicos. El primero, La Hoja del Lunes, cabecera a la que seguirían El Correo Catalán, El Periódico de Catalunya, El País y, desde hace apenas unos días, El Mundo. Con el estilo adictivo a que nos ha (mal)acostumbrado, González (Gonsales, como en cierta ocasión le llamó el ex presidente Pujol) desvela algunos de los episodios más desconcertantes, cómicos y funestos de su ya larga carrera, haciendo hincapié en la etapa de El País. A sus colegas en el diario, precisamente, dedica el autor estas vivencias éxtimas, bajo las que late una galería de afiladísimos retratos de gacetilleros. Por sus páginas desfilan José Martí Gómez, Hermann Tertsch, Arcadi Espada, Juanje Aznárez o Jesús Ceberio. También Juan Luis Cebrián, claro. Al fin y al cabo, todos los libros se escriben contra alguien.

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